domingo, noviembre 05, 2006

Un duro cambio

Septiembre había comenzado. Mi primer despido, una situación inminente. Sin pensarlo dos veces me dispuse a buscar trabajo nuevamente hasta conseguirlo, y al fin encontrarlo en una de las mejores empresas que aún conservamos.
Pero no me encontraba satisfecho aún, nuevos obstáculos estaban frente mío. Y mi mente jugó un rol increíble intentando ponerme al límite como hasta hoy para poder soportar los difíciles horarios, el estudio y los sentimientos que me golpeaban en las profundas reflexiones.
Y allí te encontraste nuevamente, como un fantasma a mi lado. No lo dudo, es un acto de mi propia conciencia.
Quizás dos, quizás cinco veces o más soñé contigo. Y desesperado, nervioso o alterado me despertaba odiándome aún por recordarte.
Que más puedo hacer, lo reconozco, no puedo odiarte. Me es imposible hacerlo y es lo que más deseo hacer para subsanar el vacío.
Desde aquél entonces me refugié en mis amigos, en mi familia, en el deporte, la dieta y las salidas. Pero como un fantasma asesino me recordabas que existías en mis sueños, devolviéndome aquellas situaciones que ya no tenía, matándome en la desesperación.
Es imposible también no intentar mirar la puerta del lugar donde sé que trabajas, el destino es muy cruel al hacer que mi viaje al trabajo pase delante del tuyo dos cuadras antes de desembarcarme.
Qué más da, es la prueba innata para poder ver que tan fuerte me he puesto desde entonces. La prueba que demuestra un progreso, una maduración. Qué tanto puedo soportar verte, ver la batalla perdida, ver la decepción cara a cara, ver esas ciento un imágenes volando por doquier, para luego volver al hoy, a reconocer este cambio, a reconocer que ya no te necesito más.
Sigo trotando aún, en mi rutina semanal, ya no sé cuántas vueltas me encuentro dándole a este puente. Hoy estoy solo, nadie me acompaña. Pero no es la primera vez que sucede, tampoco será la última.
Y es inevitable estar aquí, sudando, viendo como la gente no para de mirarme e imaginando como debe reflexionar¿ Estará exhausto?¿ Hace cuánto tiempo que debe estar trotando?¿ Cuándo parará?
Y yo, aquí, pensando lo mismo¿ Podré dar más de lo que doy hoy en día?¿ Podré superar las dificultades y ser mucho más resistente de lo que nunca he sido?
Sé que hoy estoy mejor, que tengo la mejor condición que nunca he tenido. Que estoy trabajando duro para poder quedarme con el puesto. Que estoy bajando de peso, boxeando, corriendo, sudando para poder sentir un cambio físico, para poder demostrar que la vida sigue, para poder darme cuenta del esfuerzo que estoy poniendo todos los días desde que me levanto hasta que me duermo.
Por fin ahora, luego de tanto entrenar, luego de tanto trabajar, luego de darle el tiempo necesario a mis amistades, y aunque se que todavía no subsane todo lo perdido. Puedo sonreír, ver desde lo alto de esta colina, todo lo que he cambiado, todo lo que he recuperado. No podré olvidar nunca las sonrisas que me regalaron, las palmadas en la espalda que me ayudaron a levantarme de la silla una vez más, los abrazos, los llamados telefónicos, la compañía en el trote todos los Lunes y los Miércoles. Son el gran fuerte que tengo dentro de mi corazón y son el todo que quiero cuidar, aconsejar y proteger. No solo eso son ese sentimiento que me hace reír, ser feliz y por eso los amo. Para siempre.
05/11/2006



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