lunes, junio 09, 2008

Hora 52

Choices.

Mi regreso no es el más feliz, de hecho, tengo cierta angustia guardada. No desesperes, no es para hacerlo.

Ya decidiste, ya lo hiciste. Sabía y se cuales son las consecuencias de seguirte. Sabía y se que pasaría si me encaprichaba en mis palpitos. Sabía y se como reaccionaría ante tus dudas.

Querías un escrito aquí lo tienes, será una mezcla de amor, de cariño, de angustia, de resentimiento, de sorpresa, de satisfacción y de misticismo.

Empaqué mis valijas, estoy esperando un colectivo que me lleve fuera de Silent Hill, vengas o no yo me voy. Ya hace días que estoy sentado mirando en la neblina, parece que nadie viene. Tampoco tú lo haces, lo dije hace un momento, ya decidiste.

Empezamos esta relación con miedo, yo tuve miedo de no saber que estaba haciendo, contradiciendo años de un paquete de decisiones, tu tenías miedo, llevando tu relación actual fuera de las manos. No voy a ir a los detalles pero todo empezó en tu coqueteo, de ese del cual te afanas y yo tal iluso como siempre nunca caía, hasta que un día un cambio de personalidad en tu actitud hizo que mis ojos no dejaran de dibujarte en mis pensamientos.

Esa mañana tu mano tapaba la mía, tu mirada señaló que ibas a lanzarme una lanza y dijiste:

-¿Te parece normal que estemos así?-Me planteaste bordeada de serenidad.

-Si.- Contesté dudoso, te puse una mueca de ¿Por qué no? Y pase el resto del trayecto en colectivo culpándome de lo estúpido que fui al contestar.

Luego debatimos recostados, yo intenté besarte por primera vez, tú me esquivaste y yo no entendía. No entendía como reaccionar, no entendía que querías.

El tiempo paso y en otro intercambio de atracción volví a salir perdiendo. Pensé que era el final, pensé en no volver a insistir, pero el destino si que es tramposo, si que lo es. Viniste a buscarme como un regalo de Navidad, estabas para mí, solo para mí. Tenías la llave que podía abrir el candado más escondido de mi corazón y no dudaste mucho en hacerlo. Primero tus caricias y las mías se mezclaron, se entendieron. Sentía como la corriente de tu atracción, tu energía, me cosquilleaba de pies a cabezas. Tu mano sobre mi pelo acariciaba quemándome por dentro. Tenía mis sentimientos fuera de lugar, fuera de control. Volvían a plantearse mis pilares como un cartel de alerta, pero digamos que tenía la persiana de mi pieza cerrada y el encendido de la luz estaba lejos de nosotros como para que pudiese ver las advertencias.

Si, caí con mucha felicidad en manos de tu boca, probé el sabor de tu belleza, el calor de tu beso y los caminos de tu cuerpo.

Tengo los labios mordidos por tus labios, tengo tus dedos estancados en mi espalda, siento las cosquillas que tus pies le hacían a mis tobillos, y tengo un sentimiento confuso de una alegría llena de placer y angustia por tener solo este recuerdo.

Me despierto y estas sobre mi pecho, la pausa se hace eterna. Mi felicidad es incalculable.

Muchas situaciones como esta se fueron repitiendo, algunas con salvedades y detalles que no fueron los esperados, otras tan feroces y pasionales que jamás podré olvidar. Parece que recuerdo.

Si, recuerdo. Ya habías entrado en mi corazón.

Te habías ido pero encontré una maleta, dejaste un álbum de recuerdos que no tengo necesidad de prender fuego. Aprendí a quererte tras tus dudas, aprendí a quererte tras tus problemas, aprendí a quererte tras tus idas y vueltas.

Algunos mensajes del más acá y otros del más allá, intervinieron para que me proteja. Sabían que caminaba cojo, tengo un cortaúñas clavado en mi talón. Entonces dude de tus espadas, recordé que el dolor es penetrante, que es duradero y que ataca nostálgicamente a mi personalidad; y ante cada “no puedo seguir viéndote” que me planteabas, mi chaleco antibalas fue tajándose poco a poco.

Dije que no te preocupes, es tan fuerte como para resistir lo que pasa. Dije también que si no actuaba como lo estoy haciendo sería bien un niño llorando o un aprovechador de situaciones casuales.

No soy ninguno de los dos.

Hablo contigo por teléfono, me dices que no puedes dejar de pensar y extrañarme. Yo tampoco puedo dejar de hacerlo, menos si mis mañanas son mirar una almohada que simula tener tu color, tu calor y encima pretendo abrazarla y sentir como tu energía me envuelve en sus llamas.

Te veo de lejos, estás ahí, en conexión con lo que digo. Te siento, estás aquí latiendo fuerte. Te llamo, te mando mis deseos poderosos de cariño, de protección, de amor.

Incluso si muero mi único deseo posible no se alejaría de observarte. Supongo que es tanto lo que aprendí a cuidarte y quererte que hoy si muriera y tuviese que elegir mi primer misión sería la de ser tu ángel de la guarda y poder abrazarte cucharita acariciando tus cabellos, besando tu nuca, sintiendo los caminos suaves y tentadores de tu cuerpo entre el correr de mis dedos.

¿Te acordás cuando te dije que sos una persona muy linda como para amar? Verte de un lado y otro, sentir lo que sentís, meterme en tu cerebro, sos digna de ser amada. Acciones en las que demostraste cosas, quizás pequeñeces que me hicieron recordar a una madre, a una mujer hecha y derecha. Hay personas que lo tienen más sencillo y sin embargo no tienen eso que yo sentí cuando te miré a los ojos. Es como agua perturbada, es como ver caer pétalos en cámara lenta. Es una sensación misteriosa de sensualidad entre las llamas. Es un mundo de caos al cual intentas adaptarte, es un mundo que escondés del resto para no lastimar, para no involucrar.

Ahora entendés por que quiero cuidarte, por que quiero quererte, por que búsco encontrarte. Siento esa necesidad de volcar mi amor, mi cariño, mi energía, mi ayuda, en vos. No pido nada, ya me lo diste. Ya sentí un cariño especial, tu amor especial.

El destino te puso como una y mil pruebas. Yo de paso investigó como estoy actuando a través de estas inevitables coincidencias que quieren ayudarme a decidir, a aprender, a crecer espiritualmente. Vos decís que no me fije en tí, me pedís que busque a otra persona que intente ser feliz de otra manera, pensas que lo que yo necesito no es lo que vos me podrías dar y estás equivocada, me diste demasiado, lo poco que crees que podes darme fue lo necesario para hacerme revivir un montón de cosas que encerré en un cajón lleno de clavos. No se si comprendes lo importante que fue conocerte y lo bien que me hace sentir que tuve el honor, el placer de tenerte en mí.

Lo voy a repetir una última vez, gracias por hacerme sentir de nuevo. Gracias por hacerme querer de nuevo, creí que iba a ser muy difícil, pero me devolviste un sentimiento que había reprimido muy adentro.

Vas a estar en mi sonrisa por siempre y siempre te voy a querer.

Gracias.

Y si querías saber como pienso, y que es lo que me pasa cuando callo o parezco enojado, es esto. Es pensarte, es pensarme, es mi jodido cerebro intentando llegar a todas partes, intentado salvar al mundo. Intentar es el primer paso.

Tenemos una promesa.

Recordá siempre que estoy del otro lado de la vereda para abrazarte y llenarte de besotes y que mientras seas firme en tus elecciones y no seas egoísta contigo misma yo voy a estar para quererte de por vida.

Nos vemos pronto.

How.

07-06-08



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