domingo, mayo 25, 2008

Hora 50

(Beso)

Situaciones inusuales, si las hay. Las estrellas estaban alineadas para ambos y yo no tenía ni idea, ni siquiera había preparado mi chaleco anti besos para combatirte.

¿Cómo llegue a besarte? Aún no lo sé ¿Cómo sigo vivo después de eso? Tampoco.

El recuerdo esta latente, mi corazón no paraba de arrojarme reflejos inconscientes. Mientras tus dulces y suaves palabras entraban por uno de mis oídos y podía sentirte abrazándome por la espalda, todo corría a una velocidad distinta dentro de mi cabeza.

¿Viniste a salvarme? No lo sé.

Inesperadamente ya no quise oírte, solo quería reencontrarme con tus labios. Si, ya te había besado.

¿Todavía piensan que estoy inventando esta historia? No tienen la menor idea.

Primero al verte no quise parecer desesperado, solo educado. Luego charlamos un largo rato, tu sonrisa no paraba de provocarme. Y cuando te dejaste llevar por mis masajes ya sabía que habías sentido la energía de mis manos. Vos lo dijiste, eres reikista.

Entonces ella insistió en que vos y yo nos besásemos. Desconozco por que lo hiciste, sigo dudando sobre ello. Y dándole no una, sino dos veces el gusto, volvimos a besarnos.

Todo muy ilógico ¿Porqué ibas a besarme?

Un hombre es distinto, generalmente aprovechan cualquier situación. Pero tú eres sumamente hermosa, nunca podría imaginarme que te tendría tan cerca de mí, que sentiría tu calor pegado a mi cuerpo, que podría dormir a tu lado sin conciliar el sueño.

Estaba jugado, deje de oírte, giré, te abracé yo a ti y empecé a acariciarte. Te callaste.

Hiciste lo mismo, así estuvimos un rato. No paraba de mirarte, sentía tu suavidad al rozar mi mano en tu mejilla, cada vez que lo hacía sentía que moría de amor, sentía que la mano se me desarmaría. Estaba totalmente hipnotizado, abobado.

No aguantaba más la situación, si no lo hacía iba a arrepentirme por el resto de mi vida, y ya lo hice varias veces que es lo peor. Me animé a besarte.

Pero, no estabas preparada, huiste de mí por primera vez. Comprendí entonces cuando dijiste que estabas con otra persona, me sentí realmente identificado. Alguna vez estuve convencido de odiarme si yo hiciese algo parecido.

Por otro lado me molestaba que no pasase nada más que eso, que estar durmiendo juntos. Cualquiera se hubiese ido y te hubiese dejado allí, meditando sola. Pero por alguna razón no lo hice, no quise arruinar nada y a colmo de todo sentí como que ya tenía en el pecho enganchado el broche de oro, ya había ganado el primer puesto, el premio del año, tu beso.

Entonces seguimos jugando, volviste a escapar de mi beso. Te miré fijo y vi en tu silencio una tranquilidad inmensa. Acaricie tu rostro, tu repetías el proceso. Llegué a tu boca y besaste mi mano, tocaste mi boca, bese la tuya.

Te engañé para que lo vuelvas a haces y muy lentamente mantuve la respiración, los segundos se hicieron eternos. Era como si mil oyentes esperaran una respuesta, y luego festejasen el resultado.

El beso fue cálido, suave, duradero, un lapso muerto en el tiempo. Luego vi en tus ojos mi reflejo, volví a besarte. Dormiste sobre mi pecho.

Amé tus ruidos, tus caricias en los sueños, verte descansar. Por algunos momentos volví al pasado, pero era muy distinto, no pedías más que cariño. No pedías atención, no pedías reclamos, pedías cariño. Eso fue suficiente como para que mi reloj de arena se partiese en mil pedazos y saliera a cubrirte entera, a rebalsarte de amor, de ternura.

La otra mañana jugamos un poco, parecías muy animada, pero no buscabas mis labios. Nos despedimos en un amargo adiós, no quería dejar de mirarte, no quiero dejar de hacerlo. Te agradecí varias veces en la noche que fueses tan especial conmigo y tu no parabas de decirme que tan bueno yo era, que tan dulce que tan sincero. Las palabras igualmente son solo las piezas del juego, al inicio tú no quisiste jugar pero yo redoble la apuesta al dejar al resto del grupo y solo dedicarme a conocerte.

Aguardé, medite, te acaricié, buscaste mis masajes, y perdiste en un mundo de sueños. Ya había ganado la primera vuelta, luego tu me pediste que me quedase a pasar la noche, me retrucaste el encuentro y allí los ganadores fuimos ambos, sentí una alegría inmensa al conocerte. Tan raro es el destino, nunca aviso que te tenía preparada para mí, fue muy insolente. Pero río, fue muy preciso.

El banquete me fue servido en bandeja ¿Merecía yo tal situación? Estoy aliviado a esta altura del año, siento como si bajase mucho peso, delgado, holgazán. Me quitaste cierta tristeza, me devolviste cierta confianza. Pero toda la alegría que me diste se la quiero contar alguna vez más si es posible a tu boca. No la voy a olvidar nunca.

Un beso duradero. Hasta siempre.

24-12-2007

comentarios howdyanos pliss

0 comentarios: